Un amigo entrañable y un Maestro. De la cultura y de la vida.
Sucedió hace un año… ¡pero parece que hubiera sido ayer! Así acontece con los grandes de verdad. No pasan los días sin que lo recordemos y extrañemos. Por su maravillosa obra sin par, su bonhomía, su calidez. Por sus formidables interpretaciones en el escenario, y por los momentos de intimidad, de confesiones, de evocación de recuerdos. Y junto a él, «romántica y dulce», por siempre Lulú. Su inspirador Ángel de la Guarda.
Pienso que la mejor forma de homenajear a este PIANTAO genial, es teniendo presente -en nuestro andar por el mundo- la creatividad excepcional de su obra y el ejemplo de su vida. Ambas cosas, que en él son inseparables.
Porque era un ser humano auténtico, de una única cara y de una sola pieza.