“DEMOCRACIA, ESTADO DE DERECHO Y PODER JUDICIAL”

CONFERENCIA INTERNACIONAL DE MISIÓN PRESIDENCIAL LATINOAMERICANA

Hace exactamente diez años hacía su aparición el luego célebre informe del PNUD sobre el “Estado de la Democracia en América Latina”. Tuve el privilegio de estar presente enel Palacio de Tlatelolco cuando, con la presencia del entonces Secretario General de la Naciones Unidas Kofi Annan, y en el marco de una gran expectativa, se hizo público el documento.

Ese extraordinario trabajo reflejaba los claroscuros de un continente que se había sacudido el yugo de las dictaduras en la inmensa mayoría de sus países (con la solitaria excepción de Cuba), y pugnaba por avanzar a nuevos estadios de desarrollo.

Se dijo entonces que en nuestras patrias americanas no había “malestar con la democracia, sino malestar en la democracia”. La gente apreciaba la recuperación de la democracia, pero su situación en términos económicos y sociales le generaba un genuino malestar.

¿Cuál es el panorama diez años después?

Hoy vemos que si bien podemos exhibir algunas mejoras en esta materia (por ejemplo, la gradual disminución de la pobreza -aunque todavía algunos países registren guarismos que asustan-, o la disminución en los índices de mortalidad infantil), sin embargo percibimos que en lo referente al Estado de Derecho, asoman en el horizonte oscuros nubarrones.

Por supuesto que las dictaduras en el sentido convencional han quedado atrás, quizá para nunca regresar, pero emergen nuevos riesgos.

Las “dictaduras convencionales” –si cabe el término-, caracterizadas por el derrocamiento de las autoridades electas a través de un alzamiento militar, con la consiguiente supresión de las libertades –lo que podríamos llamar “dictaduras de primera generación”-, parecen ser, felizmente, un fenómeno del pasado.

En cambio, parecen surgir nuevas amenazas, más sutiles y –por tanto- más peligrosas.

El Índice de Desarrollo Democrático de América Latina –llamado IDD/LAT-, desarrollado por la Fundación Konrad Adenauer y Polilat, que mide la evolución democrática de 18 países de la región, refleja situaciones preocupantes en muchos países. Baste decir que ya no solo se clasifican los países en aquellos de alto, medio o bajo desarrollo democrático, sino que ha sido necesario crear una categoría de desarrollo democrático mínimo. Y lo que es peor, esta categoría ha duplicado el número de países que la integran en los últimos años, llegando a incluir 6 países, es decir a un tercio del total de los países considerados. Realmente alarmante.

Democracia y Estado de Derecho implican democratización permanente. Se trata de un proyecto abierto, siempre en construcción y siempre incierto.

El reconocido jurista y político colombiano Fernando Carrillo Flórez, ha establecido que ya no se requiere de mayor debate ideológico para demostrar que la democracia es una condición necesaria para el desarrollo. Nos referimos a la democracia considerada no sólo como régimen político sino como un sistema de relación con los ciudadanos que va incluso más allá de lo institucional.

Sin embargo, el avance sobre el Poder Judicial –cuya independencia se pretende debilitar y cuyas decisiones, cuando no son del agrado del gobernante de turno, se pretenden desacreditar-, el control de los medios de comunicación, el desconocimiento de las decisiones de los órganos de contralor del correcto manejo de los dineros públicos, la intolerancia hacia el pensamiento crítico y opositor, la falta de respeto hacia las minorías, el desprecio por la alternancia en el poder como aspecto esencial de una democracia, la apropiación de parcelas de poder por parte del crimen organizado, son algunos de los síntomas que exhiben ciertos países, donde parecen avanzar lo que podríamos llamar “regímenes autoritarios de nueva generación”. En los cuales la apariencia democrática se respeta, mientras las instituciones se van vaciando de contenido.

Por ello coincido plenamente con la Declaración de Montevideo que hemos de suscribir en unos minutos, al finalizar esta Conferencia, y que explicará con detalle mi querido y admirado amigo el Dr. Leonardo Guzmán. La línea divisoria no pasa hoy por quienes están más a la derecha o más a la izquierda, sino entre quienes adhieren y respetan los principios y valores de la democracia republicana y quienes no lo hacen. Una vez más –como tantas a través de la historia y como lo dijera el más grande de todos los orientales-, la cuestión es entre la libertad y el despotismo.

Por ello aspiramos a que esta Conferencia Internacional que culmina, la cual ha centrado su atención en estas amenazas y ha comprometido en su participación a tantos prestigiosos actores de la región, se constituya en un sólido mojón que la Misión Presidencial Latinoamericana ha erigido señalando el camino.

No puede ser otro, tanto ahora como siempre, que la defensa inclaudicable de la libertad.

Muchas gracias.

(Ruperto Long)

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