«Tuvo más que suerte que varios millones, logró salvarse junto a su familia, mientras la Shoá diezmaba a los suyos. La huida comienza en Bélgica, pasa por Francia y termina en Uruguay. Ese peregrinaje de privaciones, ese vivir escondida en un ropero, de sentir el olor del miedo y de la muerte, del hambre, transcurre paralelo al amor y a los deseos de vivir. Lo cuenta en el libro «La niña que miraba los trenes partir», escrito por Ruperto Long, escritor y político uruguayo».